La extradición del ex presidente peruano, Alberto Fujimori, constituyó un hecho histórico que marcará indeleblemente la vida pública de nuestro país. Desde su llegada sus seguidores han montado uno de los circos más grotescos y escandalosos de la historia peruana. Han sido muchas las puestas en escena y los actos circenses que hemos tenido que observar los peruanos que aún atesoramos recuerdos de ese nefasto régimen en el que nos tocó sobrevivir: una envalentonada Keyko exigiendo un trato VIP para su padre y aprovechando la oportunidad para amenazar y cuadrar al gobierno aprista; un aserranado Kenyi haciendo proselitismo político en zonas marginadas; un ramillete de floridos congresistas y ex congresistas fujimoristas haciendo público su acto de fe fundamentalista, salmodiando a su patrono nipón con tono lejano a ese acto de abandono que les hizo su padre, cuando fugó del país en el 2001, con cuanta maleta pudo; una portátil en las calles y en los aeropuertos; una tira de amnésicos peruanos que alababan la vuelta del “chino pródigo”.
El oficialismo musitó su palabra desentendida. Luego montó un show que bien se puede bautizar con aquello a lo que su víctima, en antaño, llamó “andamiaje”. El pescado no era precisamente el chino, sino el cholo. El salvado fue Alva Castro y de refilón, otra vez: el chino; el cual rendiría, al día siguiente de la suspensión de las sesiones del laborioso Congreso de
Quizá lo menos gracioso de nuestra comedia es que el estado actual de nuestra justicia no presta las garantías para un proceso justo. Aún deambulan por ahí malos funcionarios y corruptos jueces, autoridades a las que conviene que Fujimori no cante.
Los peruanos pese a la fragilidad de la memoria humana, y a un ignorante y sectario fujimorismo fundamentalista, no hemos olvidado la extorsión de medios de comunicación y la privación de la libertad de expresión; las muertes y las violaciones a los derechos humanos, testificadas deliberadamente por la decisión de Fujimori de retirar al Perú de
Un juicio justo e igualitario es un homenaje a la verdad, a la sedienta necesidad de justicia de nuestra nación, a la memoria de tantos muertos y de tantas víctimas del abuso y la violación de sus derechos. Esta es la oportuna posibilidad que tiene nuestro Poder Judicial para demostrar que aún cree en esa justicia verdadera, que no elige el olvido y la impunidad de actos criminales y de corrupción. Para consuelo nacional existen pruebas, documentos y testimonios que hacen jurídicamente posible, quizá como único camino, la condenación del ex dictador.
Por Frank Córdova
2 comentarios:
Maestrazo...cuanto más viva en este paìs de mela...màs desànimo te darà....asi es nuestro paìs...lleno de calamidades....pero tambien de gente que se saca el ancho a diario pes por hacer de este pais algo mejor....El tema es que hay apristas y fujimoristas para rato mientras la gente no quiera salir de su ignorancia...
SIga escribiendo...
Gracias César por tus palabras. Es formidable pensar que todavía hay en este país gente como tú, con esa convicciones y con el ánimo de no olvidar las desgracias que la gente que ostenta el poder realiza en nuestro sufrido país.
Un abrazo que redunda en afecto
Frank
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