viernes, 9 de noviembre de 2007

Entre Cueto, Bryce, la siesta y mi falta de argumento


Martes, dos de la tarde, hambre satisfecha, sueño trepidante y periódico aún no leído. Página 12, cultural, columnas, Alonso Cueto. Pues bien, estoy dispuesto a zamparme una suave crítica de algún libro o leer que el Perú sigue jodido en comprensión lectora. Pero no. Hoy el destino premió mi fidelidad a la columna cultural de Cueto. El buen Alonso estaba dispuesto a contarme de qué va el nuevo libro de Bryce. La cara me cambió y los colores se hicieron en mis cachetes. Encandilado por tener a dos genios de la narrativa juntos en una columna, me dispuse a leerla. El nuevo libro de Bryce tiene de título Las obras infames de Pancho Marambio, es una novela y está protagonizada por Bienvenido Salvador Buenaventura, está ambientada en Barcelona y el autor la ha considerado como uno de los tantos tributos a sus amigos, algunos de los cuales aparecen íntegramente retratados. Hablar más de la obra sería una pretensión, no la he leído y, de haberlo hecho, sin duda le dejaría el honor a mi compañero de redacción en esta bitácora, que tan bien conoce a Don Alfredo.

En buena hora Bryce lanza su novela, luego de la infame campaña en su contra, que por cierto no sorprende (los peruanos somos expertos en traernos abajo entre nosotros). Bryce demuestra que su carrera no está en declive, aún faltan muchas cuartillas por llenar, muchas bromas por contar y muchas historias por imaginar. Y es que para inventar existen estos maestros y para leer sus invenciones existimos todos. Cómo me hubiera gustado leer un artículo de Bryce referido a la última novela de Cueto (El susurro de la mujer ballena) -que por cierto está magistralmente contada en la voz de una mujer- en donde se refleje la tan añeja amistad entre estos escritores.

Desde este espacio va el reconocimiento a la obra de dos grandes maestros que parecen no estar sujetos al tiempo, que sorprenden de tanto en tanto y que son tan poco voceados en los pabellones universitarios. Con el reconocimiento van también las rabias del público lector piurano que tiene que conformarse con los precios de una sola librería. Ese lector que aprieta los dientes al escuchar los precios y que exige a gritos la competencia en el mercado que fuerce a reducir los precios de libros originales.

Con los ojos entrecerrados terminé de leer la columna, tiré el periódico debajo de la cama y me encontré pronto a la siesta. Ya despierto y despabilado me propuse comentarla en la bitácora que tengo, no para hacer tributo, ni para adular mis diversiones, tampoco para incentivar la lectura o para justificar mi ínfima experiencia en las ciencias de la opinión, menos aún para traerme abajo a Zeta Bookstore, sino para probar qué se siente escribir algo sin haberme propuesto un tema preciso. Ud. lector, disculpe el atrevimiento.


Por Santiago Gómez

1 comentario:

Frank Córdoba Durand dijo...

...Pensar en Cueto y en Bryce es hablar del literario apetito peruano, que despierta una risa, el asombro, la pena y las cuestionables ganas de seguir leyendo y en esa bendita medida...seguir viviendo. Salud por tus líneas y por el ocio argumental de aquella tarde.
Afectuosamente, y con Cueto y Bryce de por medio, mucho más que nunca...
Frank Córdova